Ayer me enteré que Melissa promueve la desintegración de las parejas -de calcetines- con esa costumbre de aparejar calcetines que no sean parejas, o sea ella se pone calcetines diferentes sin importar que no sean parejas, algo que deja a la moral, calcetinilmente hablando parada de cabeza literalmente, ya que un calcetín está de por vida y desde la fábrica hecho para compartir su vida con su pareja, al menos aquellos que son del mismo color y dibujos o figuras, esto no sucede así con las calcetas blancas como las que yo suelo usar a diario, aunque también tengo calcetines de colores, a lo que voy es a que yo hago lo mismo con mis calcetas y de esto no me había yo dado cuenta, las mezclo sin querer hasta que supe lo que hacía Melissa, o sea que a mis calcetas las hago vivir en una eterna promiscuidad calcetinil y “patológica” –de patas- ya que yo las uso a la manera swinger’s, es decir intercambio las parejas sin saber si lo eran antes o no, o habían sido pares desde la fábrica y en eso me parezco a Melissa. ¡Ah!, pero ayer me enteré de otra cosa horrible, supe de un secreto femenino espantoso en relación con ciertos parientes cercanos a los calcetines, las pantimedias, pues resulta que hay damas que de dos pantimedias hacen una de doble calzón, eso no tiene abuela, es francamente una aberración de lo peor que debiera de prohibirse porque lastima la dignidad de una y otra pierna de la pantimeda mutilada y vuelta a “emparejar” sobrepuesta a otra de la que no es nada, siendo eso una especie de adulterio pentimedil, ¿pues qué nadie piensa en la dignidad de las pantis mutiladas?, no, nadie, bueno salvo yo.
Pero sigamos con esto de los calcetines nones. Por desgracia sabemos que un calcetín se desempareja y cuando se va deja non, o nona a su pareja, non cuando es varón, y nona si es calceta o calcetín femenina, las calcetas y calcetines tienen género, ¿pero a ver, a donde carambas se va ese calcetín descarriado?, ¿o con quién?, ¿qué lo llevó a dejar a su pareja non?, y a él también desde luego así, non, ¿o no?; o sea, no necesariamente ya que a la mejor se enamoró de una calceta de tenis, o de alguna otra no tan guanga como su pareja y además ésta sea de color, ya que con el tiempo a veces los calcetines y calcetas se van aguangando del “tubo” al perder fuerza el resorte, además de otras afecciones más que lastiman de su corporeidad calcetinil, “patologías” como son los típicos agujeros, las luidas del talón, así como el horrible defecto de fábrica que es la costura gruesa que obliga a usarlos de por vida de revés, cosa indignante, pero más creo yo que hace que una pareja de calcetines se separe, es que cuando se les aguanga el tubo, otra son los muchos agujeros que ninguna mano caritativa ha podido zurcir con aguja e hilo más la ayuda de un huevo.
Es triste la vida de una calceta, o calcetín non, su pareja perdida, no tan perdida a veces, ya que se la puede estar pasando “bomba” sola, o acompañada, pero la pobrecita non, sí, esa que se quedó sola en el cajón de los calcetines, o escondida en la tina de la lavadora lánguida y triste, porque está sola y sin su compañero del que es parte. No todo es drama, porque ¡ah!, cuando se les junta, si de juntarse, a ver si me explico, para ellos, o sea los calcetines esa es la mejor parte de su existencia, cuando se les junta después de ser lavadas en uno solo y se les hace bolita a ambos así íntimamente juntos por el tiempo necesario hasta que su amo, o ama decida sacarlos del cajón para ponérselos y llevárselos a pasear, para luego de uno o dos días de uso viajero a los pies del dueño, o dueña ser nuevamente reunidos en forma de nudo, p’a que no desaparten no sea y se pierdan, o desaparten, ya prevé su dueño o dueña que quizá uno de ellos quiera irse y disolver la pareja calcetinil, así que los anuda uno al otro, o más ricamente los mete uno dentro del otro, este re encuentro en ciertas parejas de calcetines es muy bello y hasta sublime, reunirse de nuevo hechos nudo o uno dentro del otro después del trabajo de varios días es algo maravilloso, pero luego se les separa otra vez para lavarlos, se les seca al sol o en una “secadora”, y se les reúne de nuevo en el cajón de los calcetines. Pero a veces en esto de las lavadas y revisadas, emparejadas y hacerlas bolitas por su amo, o ama éste los ve y sé da cuenta de que uno de ellos, o los dos ya presentan deterioro y sin más los vuelve a anudar y los arroja al cesto, pero de la basura.
fin
Autor: Carlos Mendoza
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