Mi perro es mi mejor amigo, es noble, leal y muy inteligente, él entiende muy bien todo lo que le enseño.

Pero mi perro como perro que es “marca” su territorio, cosa buena y sana para los perros pero no para los humanos, me había entretenido mucho enseñándole toda clase de trucos a mi perro, quien por cierto le llamo Sam, ya que los perros no se llaman, si no se les llama ya que ellos no hablan no obstante la inteligencia que tienen algunos, como el mío.

Bueno pues luego de hacer todo lo posible por re educarlo en eso de “marcar” su territorio en los sitios adecuados para él, que en realidad y no nos hagamos tontos, al menos en mi caso mi perro era mión, sí, y había escogido para su meadero particular y exclusivo un sitio muy inconveniente, además él era el único can en las casa, así que era urgente enseñarle modales, pues el sillón de mi sala no era para eso por más que le traté de explicar con palabras y periódico en mano pues nada que se abstenía de hacer esto y cada que tenía ganas de “desaguar” su vejiga, ahí estaba Sam en el sillón alzando la pata, ¿cómo?, si él era un perro obediente he inteligente, no, éste era un reto para su educación y mis capacidades como entrenador, ex profesor e instructor así que:

No esperé más, tenía que enseñarle cómo y donde hacer sus necesidades del riñón pero de ya. O terminaría pudriendo el sillón de la sala y con mi paciencia, era momento de actuar.

Por el camino le hablé con firmeza, todo el recorrido le hacía saber cuál era mi propósito, Sam es un perro muy inteligente y no tenía la menor duda de que me entendía y escuchaba con mucha atención. Llegamos al sitio adecuado y le mostré cómo, le puse el ejemplo y estaba seguro de que el can estaba entendiéndome, él es un perro muy inteligente.

Eso era lo que se necesitaba un ejemplo basado en el método demostrativo.

Ya de vuelta en casa supe que Sam había aprendido muy bien su lección. El método demostrativo es infalible y no falla, no falla…

En la ciudad de méxico muy cerca de donde vivía cuando era niño se escenificaba una réplica de la batalla del 5 de mayo, sí de veras, en el famoso “peñón de los baños”, que no es otro que el peñón o cerro que está a un lado del aeropuerto de la ciudad de méxico. Aquella vez que te platico quienes me invitaron a ir a esta representación fueron mis amiguitos de la primaria federal de nombre acayucan a la que asistía en mi colonia de medio pelo de calles de tierra del df, de nombre colonia zaragoza, de ahí del nombre emblemático de mi colonia, de la otra colonia cercana a la mía llamada puebla, de la calzada zaragoza y demás incentivos y recordatorios a esta batalla fue que me animé a ir a ver aquella “batalla del peñón”, como de hecho era llamada esa escenificación que yo no me podía por más que hacía la lucha de imaginar, ¿una batalla real?, ¡qué padre!, iría a ver aquel portento y me uní al séquito de chiquillos que iríamos de espectadores de un “hecho bélico” aunque fuera de a mentiritas.

El día de la “batalla de puebla” del peñón de los baños salimos como a las 9 de la mañana la parvada de niños bien avituallados de botellas de agua de limón, tortas de chorizo que nuestras mamás nos hicieran y frutas diversas, naranjas, plátanos y más limones para atenuar el calor, yo llevaba mi itacate en una maleta deportiva de la época de asas muy largas que me metí entre los brazos y me la colgué como mochila, el cierre me raspaba la espalda, pero me aguanté luego metí mi suéter en medio de ella y mi “lomo” y ya; todo el camino lo hicimos a pie, y está lejos, íbamos a ir en bicis pero no todos tenían y además luego donde las dejábamos para ver la “batalla”, yo pensé que jamás llegaríamos al peñón y su colonia que se llamaba igual, pero después de pasar el aeropuerto de la ciudad de méxico ahí está el peñón y vamos para arriba, ¿de donde sacamos fuerzas?, quien sabe pero corriendo subimos hasta donde se veía ya la “pelotera” de gente y sí, que espectáculo aquel, soldados mexicanos obviamente vestidos de la época pero usaban unos sombreros muy grandes con banderas tricolores, los “franceses” de azul y rojo y con barbas postizas hechas de zacates teñidos con anilinas amarillas o rojas pegadas a los cachetes con goma, los suabos de pantalones bombachos, ah y los zacapoaxtlas de mucho machete como los macheteros de atenco, igualitos, todos con unos sombrerotes enormes, huaraches y calzones de manta, y caballos por aquí y por allá, eran los preparativos para la “batalla”, como buenos niños de barriada nos metíamos por dondequiera y a pesar de los regaños y demás voces de ¡sácate chamaco!, pues no hacíamos caso y pululábamos por doquier haciendo corrillo con los demás chicos del barrio del peñón de los baños, acordamos un punto de reunión para después de la “batalla”, y regresarnos juntos, e irnos a comer las tortas por ahí; y de nuevo nos desparramamos por entre las fuerzas nacionales y extranjeras agarrando aquí y allá, tirando sin querer los fusiles puestos recargados contra las paredes, en fin que aquello era una fiesta antes de empezar la fiesta, al menos para los futuros beligerantes y los niños que como hormigas nos movíamos por entre las filas de estas huestes enemigas entre sí.


Algo llamó mi atención y mucho, ya que en mi tierra se bebía este caldo, había mucho pulque a la libre disposición de los contendientes de ambos bandos, el calor de la media mañana del mes de mayo era ya muy fuerte entre las filas de soldados de zaragoza y del general forey, y lorencés así que a darle al neutle con singular alegría, además para darse valor, que caray.


Una corneta tocaba su belicosidad con rabia y con emoción, ¡sí!, ya iban a comenzar las hostilidades, los dos ejércitos se colocaron en un costado del cerro, mexicanos arriba, y franceses abajo, y que empieza aquello, disparos con mucho ruido y humo con olor a pólvora, cornetazos, redoble de tambores, gritos de ¡mueran los franceses!, y ¡mueran los mexicanos!, ah, y palabrotas del más grueso calibre eran lanzadas también al aire y se escuchaban muy claritas en aquel fragor, un general zaragoza muy moreno de lentecitos y espada en mano se movía montado en su caballo muy nervioso porque el cuaco por poco y lo derriba, el caballo quería jalar lejos de la batalla, ¡cobarde jamelgo!, nada patriótico y sí muy espantado que salía a escape pal otro lado de la batalla y el “general” que lo devolvía a la vanguardia de sus tropas, que tenía su propia lucha y no era contra los franceses sino contra la rebeldía de sus propia cabalgadura indócil a más no poder, carcajadas de los espectadores se escuchaban y gritos de: ¡zaragoza bájate del caballo mano, que te tira…! Que obviamente también estaba ya bien empulcada y eufórica por la encarnizada batalla que se representaba en las costillas del peñón de los baños entre mexicanos y franceses, una voz que hablaba por un micrófono y que se escuchaba por unas “cornetas o altavoces” narraba los hechos y daba datos históricos como este: “ahora los valientes zacapoaxtlas les dan en la madre a los franceses que querían despojarlos de sus tierras allá en la heroica puebla de zaragoza…” y cosas por el estilo así de épicas e ilustrativas que enardecían a combatientes y público en general, la voz del micrófono no solo narraba, también daba instrucciones: “a ver cálmense por allá en aquella esquina, ¿qué pasa?, calma señores, calma que nos venimos a divertir…, no, no corran niños entre los combatientes, sálganse de la batalla que los van a lastimar… a ver, qué pasa, no, no que nos están ganando los franceses, no, señores que la batalla fue al revés, no, ya no les den más pulque a los mexicanos que les están ganando los franceses, ¡!ya párenle, párenle!!, les digo!!


Total que ese día ganó francia en el peñón de los baños y la borrachera se generalizó además del desorden, pero no la diversión de la plebe entre los que estábamos ahí viendo y corriendo como locos entre suabos y zacapoaxtlas, en compañía de un zaragoza que se cayó del caballo, ah y después de todo cada quien de nosotros ese 5 de mayo regresó por su lado a la colonia zaragoza ya que en aquella multitud ya no nos volvimos a encontrar hasta el otro día, el 6 de mayo en las calles de nuestra colonia y comentamos hasta cansarnos aquella vez de cuando fuimos parte de la batalla del cinco de mayo, no, no en puebla en la del peñón de los baños. Que aunque perdiera el ejército de oriente, que divertida nos pegamos todos.


Autor: Carlos Mendoza


Ayer me enteré que Melissa promueve la desintegración de las parejas -de calcetines- con esa costumbre de aparejar calcetines que no sean parejas, o sea ella se pone calcetines diferentes sin importar que no sean parejas, algo que deja a la moral, calcetinilmente hablando parada de cabeza literalmente, ya que un calcetín está de por vida y desde la fábrica hecho para compartir su vida con su pareja, al menos aquellos que son del mismo color y dibujos o figuras, esto no sucede así con las calcetas blancas como las que yo suelo usar a diario, aunque también tengo calcetines de colores, a lo que voy es a que yo hago lo mismo con mis calcetas y de esto no me había yo dado cuenta, las mezclo sin querer hasta que supe lo que hacía Melissa, o sea que a mis calcetas las hago vivir en una eterna promiscuidad calcetinil y “patológica” –de patas- ya que yo las uso a la manera swinger’s, es decir intercambio las parejas sin saber si lo eran antes o no, o habían sido pares desde la fábrica y en eso me parezco a Melissa. ¡Ah!, pero ayer me enteré de otra cosa horrible, supe de un secreto femenino espantoso en relación con ciertos parientes cercanos a los calcetines, las pantimedias, pues resulta que hay damas que de dos pantimedias hacen una de doble calzón, eso no tiene abuela, es francamente una aberración de lo peor que debiera de prohibirse porque lastima la dignidad de una y otra pierna de la pantimeda mutilada y vuelta a “emparejar” sobrepuesta a otra de la que no es nada, siendo eso una especie de adulterio pentimedil, ¿pues qué nadie piensa en la dignidad de las pantis mutiladas?, no, nadie, bueno salvo yo.


Pero sigamos con esto de los calcetines nones. Por desgracia sabemos que un calcetín se desempareja y cuando se va deja non, o nona a su pareja, non cuando es varón, y nona si es calceta o calcetín femenina, las calcetas y calcetines tienen género, ¿pero a ver, a donde carambas se va ese calcetín descarriado?, ¿o con quién?, ¿qué lo llevó a dejar a su pareja non?, y a él también desde luego así, non, ¿o no?; o sea, no necesariamente ya que a la mejor se enamoró de una calceta de tenis, o de alguna otra no tan guanga como su pareja y además ésta sea de color, ya que con el tiempo a veces los calcetines y calcetas se van aguangando del “tubo” al perder fuerza el resorte, además de otras afecciones más que lastiman de su corporeidad calcetinil, “patologías” como son los típicos agujeros, las luidas del talón, así como el horrible defecto de fábrica que es la costura gruesa que obliga a usarlos de por vida de revés, cosa indignante, pero más creo yo que hace que una pareja de calcetines se separe, es que cuando se les aguanga el tubo, otra son los muchos agujeros que ninguna mano caritativa ha podido zurcir con aguja e hilo más la ayuda de un huevo.

Es triste la vida de una calceta, o calcetín non, su pareja perdida, no tan perdida a veces, ya que se la puede estar pasando “bomba” sola, o acompañada, pero la pobrecita non, sí, esa que se quedó sola en el cajón de los calcetines, o escondida en la tina de la lavadora lánguida y triste, porque está sola y sin su compañero del que es parte. No todo es drama, porque ¡ah!, cuando se les junta, si de juntarse, a ver si me explico, para ellos, o sea los calcetines esa es la mejor parte de su existencia, cuando se les junta después de ser lavadas en uno solo y se les hace bolita a ambos así íntimamente juntos por el tiempo necesario hasta que su amo, o ama decida sacarlos del cajón para ponérselos y llevárselos a pasear, para luego de uno o dos días de uso viajero a los pies del dueño, o dueña ser nuevamente reunidos en forma de nudo, p’a que no desaparten no sea y se pierdan, o desaparten, ya prevé su dueño o dueña que quizá uno de ellos quiera irse y disolver la pareja calcetinil, así que los anuda uno al otro, o más ricamente los mete uno dentro del otro, este re encuentro en ciertas parejas de calcetines es muy bello y hasta sublime, reunirse de nuevo hechos nudo o uno dentro del otro después del trabajo de varios días es algo maravilloso, pero luego se les separa otra vez para lavarlos, se les seca al sol o en una “secadora”, y se les reúne de nuevo en el cajón de los calcetines. Pero a veces en esto de las lavadas y revisadas, emparejadas y hacerlas bolitas por su amo, o ama éste los ve y sé da cuenta de que uno de ellos, o los dos ya presentan deterioro y sin más los vuelve a anudar y los arroja al cesto, pero de la basura.


fin

Autor: Carlos Mendoza